Aunque se trata de algo muy complicado, algunos asesinos lo han conseguido mediante la inmersión del cadáver en sustancias corrosivas como el ácido sulfúrico –que causa quemaduras severas en los tejidos cuando entra en contacto con la piel– o el ácido clorhídrico –que disuelve la parte mineral de los huesos–. Ése fue el método que utilizo el inglés John George Haig, más conocido como el Vampiro de Londres, que fue ahorcado en 1949 por matar a nueve personas y hacer desaparecer sus cadáveres en piletas.
Por su parte, a pesar de que existe la creencia de que el óxido de calcio o cal viva puede destruir por completo el cuerpo humano, los expertos forenses aseguran que sólo elimina las partes blandas –músculos, nervios y tendones– en poco tiempo. Los huesos, por el contrario, quedan intactos. Éstos sólo pueden ser destruidos a una temperatura de 980ºC.
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