Los Juegos Olímpicos actuales se inspiraron en las antiguas competiciones deportivas que celebraban los griegos en la ciudad de Olimpia, entre los años 776 a.C. y el 339 d.C., en honor a los dioses. Consistían únicamente en una carrera a lo largo de la pista del estadio, que medía aproximadamente 190 metros de longitud, y 32 metros de anchura. Posteriormente se fueron añadiendo diversas pruebas, como carreras de mayor distancia, la lucha, el pentatlón
(competición combinada que constaba de salto de longitud, lanzamientos de jabalina y de disco, carrera y lucha), las carreras de caballos, la lucha violenta conocida como pancracia, y algunas otras.
En ellos participaban los atletas (del griego antiguo athlos, que significaba "”competición”), que debían ser ciudadanos, sólo hombres, y se entrenaban durante años en las instalaciones deportivas llamadas gimnasios (del griego común gymnos, que significaba desnudez), donde el ejercicio se realizaba sin ropa.
En los Juegos Olímpicos de la antigüedad, los atletas competían desnudos, exhibiendo sus cuerpos como símbolo de perfección y dedicación. Sólo las mujeres solteras podían asistir a los juegos y la pena para una mujer casada que observase a los atletas en acción era la muerte. Se mantenía una llama encendida durante la realización de los mismos, evocando la leyenda de Prometeo, que había robado el fuego a Zeus para entregarlo a los mortales.
En el Imperio Romano, se celebraban los Juegos Romanos, en los que la mayoría de las actividades físicas eran de contacto, y consistían en la lucha entre gladiadores en el Coliseo, terminando el combate cuando uno de los dos resultaba gravemente herido o moría. También eran muy populares las carreras de cuadrigas, en el circo máximo (s. II), el mayor edificio para espectáculos construido de todos los tiempos (250.000 espectadores). Pruebas, a semejanza de las griegas, eran de lanzamiento del disco, la jabalina, los saltos, natación, etc.
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